Hay una tensión entre el sentido privado e interno de la realidad y el problema de encontrar un medio para articular esa realidad. Se sugiere que el rol del consultor suministra un modo explícito, relevante, convincente y pertinente. El consultor presenta un
modelo o artefacto alrededor del cual es
posible desarrollar un diálogo. Este modelo emerge como un antídoto a la limitación inherente a la capacidad de interpretar un mundo crecientemente complejo y la disfunción y conflicto que esto puede implicar,
sobre todo para las personas muy
involucradas en una organización específica. Otro factor puede ser la velocidad. El consultor, siendo una parte externa, no se siente involucrado en la política interna de la organización.